Improviso palabras y situaciones; miradas, comidas y muchas cosas: soy una inventora diaria de mi vida, no le creo a la palabra perpetuidad.
Me aburre el mismo trabajo un año entero con solamente siete días de vacaciones, será que por eso sigo siendo medio paria social, y a mi edad no gozo de una posición económica que me permita desenvolverme, precisamente, como mi edad lo solicitaría. Es más, este blog es también una improvisación, porque no tiene un tema en específico y solamente escribo lo que me sale del improviso de un de repente de letras.
No hablo de libros, de ciencia, ni de chistes o de algo que pueda divertir a la gente. Solamente me escribo palabras que me interesan y que me salen en un día así haciéndola de a recepcionista en un hospital todo fresa de nuestra inmensa ciudad mexicana. Un nuevo ensayo de mi vida. Una improvisación más.
Me acuerdo de América, que un día era payaso, al siguiente actriz, otro día cocinera y después la veías en los anuncios de la Lotería Nacional. A veces se hacía la que estudiaba filosofia, otras organizaba reuniones literarias y después estaba en un curso de enfermería. A veces vivía en la Roma, otras por Copilco y después por ahí. Yo siempre le hacía burla tipo"cuando yo era policía" "cuando yo trabajaba en la NASA" y cosas así que ahora me hacen pensar más en mí que en ella. Es que en la época en que la veía mucho a América yo solamente tenía algunas actividades que si bien eran algunas muchas, tampoco se podían aplicar los chistes tipo NASA sobre mi persona. Pero ahora, en este ahora que ya sumé años, creo que emulo a mi buena América: soy y he sido malabarista, cuentista, mesera, profe de español, alumna, autodidacta según yo; hago yoga, danzo volando, practico cocinando, hago artesanías, faldas y cojines, trabajé un poquito en una veterinaria, en sensorama, también haciendo corrección de estilo, hacía masajes y empecé acupuntura, estuve en bares de mala muerte y unos bastante bien, alguna vez me improvisé pintura de muebles, me titulé y toda la cosa y ahora estoy de a recepcionista... de vez en cuando me agarro una mochila y me voy a lugarear lugares por los ahí del mundo.
Pero creo que los improvisos no solamente se los inventa uno sino que a eso que llamamos destino también le da por improvisar, como que a veces no se acuerda de lo que tiene pendiente y de repente lo trae a la vida de uno como si fuera lo más normal que se te despareciera tu amigo o que a tu tía le caiga un poste justo cuando se va de vacaciones a Florencia. A eso también se le llama improvisación. O ironía. Pero estoy segura de que el destino improvisa el destino también, por eso estoy de nuevo aquí, por puritito improviso de la vida.
Y como de repente llegué, de repente volví a ser mesera pero por poquito porque de repente salió otro trabajo más.
Ayer de nuevo colgué el mandil, pero esta vez menos cansada y más feliz de haberme encontrado otra vez con todas las chicas, solamente que esta vez tengo ganas de sumarle más cosas a mi vida y dejar de nuevo el un solo lugar. Esta vez, ser mesera me trajo felicidades más profundas, y letras más letrosas para mi letrear diario de la vida, que creo que es mi único lugar de un solo lugar. Y justo ayer, día de un ciclo final otra vez, viene Jacqueline y me dice que la acompañe a una mesa, que hay una chica que quiere saber cómo son los argentinos porque aquí en México solamente ha escuchado cosas malas. Y ahí voy yo a responderle a la chica sus preguntas sobre esos seres que cada vez es más común verlos por nuestras calles. Solamente supe contarle del sol de aquella tierra y de que a mí me caen bien, que seguramente ha escuchado cosas malas porque la gente se conforma siempre con improvisar comentarios de gente que no conoce, que se la encuentra de repente en sus vidas pero que ese de repente es tan momentáneo que improvisan lo que los segundos les trajeron. A mí me caen bien.
Me cae bastante bien, descubrirle el ojo a la otra gente, y mirar a ver en qué lugar distinto al mío están situados, así capaz que puedo imaginarme su lugar y no improvisar que conozco una generalidad imposible de ser, dadas las particularidades con que cada uno se construye. Y como yo me construyo de repente y de improviso, así me salió un día un cuento que de veras me gustó, todo gracias a las aventuras de América. ¿En qué andará ahora? ¿Se habrá convertido en pez y estará explorando los mares que nadie conocemos? Quién sabe, el primer cuento que escribí, el primero con el que pude decir que yo hago cuentos, tiene a mi buena América de protagonista y de musa: A KARLA NO LE GUSTA EL HELADO, para quien quiera leerlo un día.
Y además, creo que la improvisación así ya tan improvisada, no me va más: hoy improvisaré, y voy a irme de aquí, a ser lo que yo soy y no una improvisación nomás porque no me queda de otra. A mí me quedan muchas otras, yo soy de las Letras, y ahí voy a andar, sin más por mientras.